martes, 28 de octubre de 2008

Borges, el sabio Borges, siempre dijo la verdad

Gran 5'01''

Harry Cañari-Atoche

Recuerdo del mar, corto

De lo bueno, poco. Excepcional obra de Max, ganador del Barcelona '06.

Harry Cañari-Atoche

viernes, 24 de octubre de 2008

Campos de Queirós, gana el SM de Literatura Infantil y Juvenil

Se designó como ganador del IV Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil.
CIUDAD DE MÉXICO.- El brasileño Bartolomeu Campos de Queirós fue designado hoy ganador del IV Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil, cuya bolsa de 30 mil dólares y estatuilla le será entregada el próximo 2 de diciembre en la Feria Internacional de Libro en Guadalajara.
El escritor, de 64 años, mereció el premio "por la trascendencia de su obra y el carácter poético y filosófico de sus textos, así como por el compromiso con el arte literario sin concesiones", de acuerdo con el jurado encabezado por Silvia Castrillón, quien dio lectura al acta firmada apenas ayer por la tarde, aquí.
Castrillón Informó que el Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Ediciones SM nació en 2005, Año Iberoamericano de la Lectura, para impulsar ese género literario en toda Iberoamérica, como una iniciativa de Ediciones SM, a través del Instituto SM para la Educación (ISME).
Explicó que Campos de Queirós, "Barto", como le llaman sus amigos más cercanos, nació en Brasil hace 64 años, "en un pueblito de Minas Gerais, un estado ubicado en el centro del país". A la fecha ha escrito casi medio centenar de libros para el público infantil y juvenil, desde que inició su carrera en 1974.
Subrayó la presidenta del jurado que la obra del galardonado destaca, desde su origen, por su altísimo compromiso con la educación, la formación de nuevos lectores y la promoción de la lectura. "Su labor enaltece y dignifica al mundo de la literatura pensada para esos sectores de la población en todo el mundo", señaló.
Durante una conferencia de prensa se subrayó que el evento es organizado con el apoyo de organizaciones internacionales destacadas en el ámbito cultural y educativo de Iberoamérica, como el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, y el International Board on Books for Young People.
También participan la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura y la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Cada instancia aportó un jurado calificador.
Sobre la historia y trascendencia del Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil, recordó que en 2005 se puso en marcha, con carácter anual, dentro del Plan Iberoamericano de Lectura, programa de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica que promueve la lectura en la región.
Este premio reconoce año tras año a aquellos autores que han desarrollado su carrera literaria en el ámbito del libro infantil y juvenil, con el objetivo de impulsar en toda Iberoamérica la literatura para niños y jóvenes, y con ello contribuir a la promoción de la lectura, comentó quien este año preside el jurado.
Al respecto apuntó que el jurado del premio está constituido por cinco miembros designados por las instituciones convocantes, todos reconocidos expertos en el quehacer literario. Este año, acotó, se recibieron 22 candidatos provenientes de ocho naciones iberoamericanas interesadas en el tema.
En su primera edición, el galardón recayó en el español Juan Farías; en la segunda, en la colombiana Gloria Cecilia Díaz; en la tercera ganó Montserrat del Amo, de España, y este año, cuarta edición correspondiente a 2008, el brasileño "Barto", quien desde hace 10 años ha inspirado a no pocas maestrías y doctorados.

domingo, 19 de octubre de 2008

Esto es Literatura

Si en un simple acto pudiésemos encontrar el verdadero arte de hacer las cosas, no serían blasfemias ni indigentes de las ideas. Desde dormir despierto, hasta trabajar con amor, es hacer poesía, es hacer Literatura.

Si muchos comprendieran que lo más importante está en lo más simple, éste país no sería lo que es.

Hacer Literatura, es hacer bien a la humanidad.

Harry Cañari-Atoche

sábado, 11 de octubre de 2008

Un extracto de la nueva novela de Carlos Fuentes

Se han oído historias estupendas de Carlos Fuentes, es que haciendo honor a su propio apellido, a mi parecer, este escritor ha sabido cómo hacer una narrativa directa, envolvente y generosa. Para muestra un botón: "Aura", novela corta, relatada en segunda persona tiene como protagonistas a Felipe Montero y a Aura o, más bien, a la anciana Consuelo pues son una misma persona desdoblada: la anciana es el lado oscuro mientras que Aura muestra el lado inocente. De-ben leerla.
Me pregunto si con éste libro, "La voluntad y la fortuna" Carlos Fuentes, logrará su máxima magna obra, o ya dio todo que lo puede escribir en "La muerte de Artemio Cruz", "La región más transparente" o "Terra Nostra", espero que dé, obviamente mucho más a éste único país que no tiene ni fronteras ni nacionalidad, la Literatura. Y no se sigan los ejemplos absurdos de mezclar literatura social y literatura regional con la Literatura que es, como saben, Universal.
Que no sólo el Cervante, el Asturias y el Quijote te acompañen sino un reconocimiento bien logrado el vasto universo de las letras.
Dejo un pequeño, pero interesante, extracto de su nueva novela. A leer señores y si pueden a escribir:
De noche, el mar y el cielo son uno solo y hasta la tierra se confunde con la oscura inmensidad que lo envuelve todo. No hay resquicios. No hay cortes. No hay separaciones. La noche es la mejor representación de la infinitud del universo. Nos hace creer que nada tiene principio y nada, fin. Sobre todo si (como sucede esta noche) no hay estrellas.
Aparecen las primeras luces y la separación se inicia. El océano se retira a su propia geografía, un velo de agua que oculta las montañas, los valles, los cañones marinos. El fondo del mar es una cámara de ecos que jamás llegan hasta nosotros, y menos hasta mí, esta madrugada. Sé que el día va a derrotar esta ilusión. Y si ya nunca más amaneciese, ¿entonces, qué? Entonces creeré que el mar se ha robado mi figura.
El Pacífico es ahora un océano en verdad calmado, blanco como un gran tazón de leche. Es que las olas le han avisado que la tierra se aproxima. Yo trato de medir la distancia entre dos olas.
¿O será el tiempo lo que las separa? ¿No la distancia? Contestar esta pregunta resolvería mi propio misterio. El océano es imbebible, pero nos bebe. Su suavidad es mil veces mayor que la de la tierra.
Pero sólo escuchamos el eco, no la voz del mar. Si el mar gritase, todos estaríamos sordos. Y si el mar se detuviese, todos moriríamos. No hay mar quieto. Su movimiento perpetuo le da el oxígeno al mundo. Si el mar no se mueve, nos ahogamos todos.
No la muerte por agua, sino por asfixia.
Amanece y la luz del día determina el color del mar. El azul de las aguas no es más que una dispersión de la luz. El color azul significa que el astro solar ha vencido la claridad de las aguas, dotándolas de un ropaje que no es el suyo, que no es su piel, si es que el mar también tiene piel. ¿Qué cosa va a iluminar el día que nace? Quisiera dar una respuesta muy rápida porque me voy quedando sin palabras que contarles a ustedes, los sobrevivientes.
Si el sol naciente y la noche moribunda no hablan por mí, no tendré historia. La historia que quiero contarles a los que aún viven. Creo que el mar vive y que cada ola que me lava la cabeza siente la tierra, palpa la carne, busca mi mirada y la encuentra, estúpida. O más bien azorada. Incrédula.
Miro sin mirar. Tengo miedo de ser visto. No soy lo que se dice “agradable” de ver. Soy la cabeza cortada número mil en lo que va del año en México. Soy uno de los cincuenta decapitados de la semana, el séptimo del día de hoy y el único durante las últimas tres horas y un cuarto.
El sol naciente se refleja en mis ojos abiertos.
Mi cabeza ha dejado de sangrar. Un líquido espeso corre de la masa encefálica a la arena. Mis párpados ya nunca se cerrarán, como si mis pensamientos siguieran empapando la tierra.
Aquí está mi cabeza cortada, perdida como un coco a orillas del océano Pacífico en la costa mexicana de Guerrero.
Mi cabeza arrancada como la de un feto muerto que debe perderla para que el cuerpo acéfalo nazca a pesar de todo, palpite por unos instantes y muera también, ahogado en sangre, a fin de que la madre se salve y pueda llorar. Después de todo, la guillotina primero ensayó su eficacia cortándoles la cabeza, no a los reyes, sino a los cadáveres.
Mi cabeza me fue cortada a machetazos. Mi cuello es un tejido que se deshebra a jirones. Mis ojos son dos faros de asombro abiertos hasta que la siguiente marea se los lleve y los peces se metan a mi cabeza por el orificio sacrificial y la materia gris se vuelque, entera, en la arena, como una sopa derramada, perdida en la tierra, para siempre invisible como no sea para abono de turistas nacionales y extranjeros.
¡Estamos en el trópico, carajo! ¿No se han enterado, ustedes que aún viven o creen vivir?
El cerebro dejó de controlar los movimientos de un cuerpo al que ya no encuentra. Mi cabeza abandonó al cuerpo. ¿Para qué me sirve, sin cuerpo, respirar, circular, dormir? Aunque si estas son las áreas más viejas de mi cabeza, ¿me esperarán nuevas zonas en la parte del cerebro que no usé en vida?
Ya no tengo que controlar el equilibrio, la postura, la respiración, el ritmo del corazón. ¿Entro a una realidad desconocida, la que la parte inutilizada del cerebro va a revelarme dentro de poco?
Los guillotinados no pierden la cabeza en seguida. Les quedan unos segundos —acaso unos minutos— para mover los ojos desorbitados, preguntarse qué pasó, dónde estoy, qué me espera, con una lengua que, separada del cuerpo, no deja de moverse, locuaz, idiota, a punto de perderse para siempre en el misterio de saber a dónde fue a parar mi cuerpo trunco, en vez de fijarse con premura en el deber máximo de una cabeza cortada, que consiste en recrear en la mente al cuerpo y decir: Esta es la cabeza de Josué, hijo de padres desconocidos, en busca de su cuerpo vivo, el que tuvo en vida, el que palpitó de noche y de día, el que todas las mañanas despertó con un proyecto de vida negado, ¡cómo no!, por la imagen del primer espejo de la jornada.
Yo, Josué, cuya única preocupación en este instante es no morderse la lengua.
Porque aunque la cabeza esté cortada, la lengua busca hablar, liberada al fin, y sólo alcanza a morderse a sí misma, morderse como se muerde una salchicha o una hamburguesa. Carne somos y a la carne regresamos. ¿Así se dice? ¿Así se ora? Mis ojos sin órbita buscan al mundo.
Fui cuerpo. Tuve cuerpo. ¿Seré alma?
Primera parte - Cástor y Pólux
Permítanme presentarme. O más bien dicho: presentar mi cuerpo, violentamente separado (esto ya lo saben) de mi cabeza. Hablo de mi cuerpo porque lo he perdido y no tendré otra oportunidad de presentárselo a sus mercedes, o a mí mismo.
Indico así, de una santa vez, que la narración que sigue la dicta mi cabeza y sólo mi cabeza, toda vez que mi cuerpo, separado de ella, ya no es más que un recuerdo: el que aquí sea capaz de consignar y dejar en manos del advertido lector.
Bien advertido: el cuerpo es por lo menos la mitad de lo que somos. Sin embargo, lo dejamos escondido en un clóset verbal. Por pudor, no nos referimos a sus inapreciables e indispensables funciones. Dispénsenme ustedes: hablaré con todo detalle de mi cuerpo. Porque si no lo hago, muy pronto mi cuerpo no será sino cadáver insepulto, ave de carnicería, anónimo lomo. Y si no quieren saber de mis intimidades corporales, sáltense este capítulo e inicien la lectura, muy formales, en el siguiente.
Soy un hombre de veintisiete años de edad y un metro setenta y ocho de estatura. Cada mañana me miro desnudo en el espejo de mi cuarto de baño y me acaricio las mejillas anticipando la cotidiana ceremonia: afeitarme la barba y el labio superior, provocar una reacción fuerte con el agua de colonia Jean-Marie Farina en la cara, resignarme a peinar una cabellera negra, espesa y alborotada.
Cerrar los ojos. Negarle a la cara y a la cabeza el protagonismo que mi muerte se encargará de darles. Concentrarme, en vez, en mi cuerpo.
El tronco que va a separarse de la cabeza. El cuerpo que me ocupa del cuello a las extremidades, revestido de una piel de color canela pálido y externado en uñas que siguen creciendo horas y días después de la muerte, como si quisieran arañar las tapas del féretro y gritar aquí estoy, sigo vivo, se han equivocado al enterrarme.
Esta es una consideración puramente metafísica, como lo es el terror en sus modalidades pasajeras y permanentes. Debo concentrarme en mi piel aquí y ahora: debo rescatar mi físico, en toda su integridad, antes de que sea demasiado tarde.
Este es el órgano del tacto que cubre todo mi cuerpo y se prolonga dentro de él con travesuras anales módicas y permisibles si las comparo con las bromas mayores del género femenino, con su incesante entrar y salir de cuerpos ajenos (la verga del macho notoriamente y el cuerpo del niño sagradamente, en tanto que de mi envoltura masculina sólo salen el semen y la orina por delante y por detrás, igual que chez la femme, la mierda y en casos de estreñimiento, la hostia profunda del supositorio).
Canturreo ahora: “Caga el buey, caga la vaca y hasta la niña más guapa echa su bola de caca”. Amplias, generosas entradas y salidas de la mujer. Estrechas, avaras las del hombre: la uretra, el ano, la orina, la mierda. Claros y brutales los nombres. Oscuros y risibles los apodos: tubos de Bellini, asa de Henle, cápsula de Bowmann, glomérulo de Malpighi. Peligros: anuria y uremia. Sin orina. Orina en la sangre. Los evité. Todo es al cabo evitable en la vida, salvo la muerte.
Sudé. En vida sudó todo mi cuerpo, con excepción de los párpados y el borde de los labios.
Sudé limpio, salado, sin mal olor, aunque sudar y orinar fueron productos humanos pero distinguibles por la calidad distinta del olor. Nunca necesité de desodorantes. Tuve nobles y limpias axilas. Mi orina sí olió mal, a tugurio olvidado y a cueva sin luz. Mi caca varió con las circunstancias, sobre todo dependiendo de la dieta. La comida mexicana nos aproxima peligrosamente a la diarrea, la norteamericana al retortijón, la británica al estreñimiento.
Sólo la cocina mediterránea asegura un equilibrio sano entre lo que entra por la boca y sale por el culo, como si el aceite de oliva y el vinagre de Módena, el producto de las huertas del Mediodía, los duraznos y los higos, los melones y los pimientos, supieran por adelantado que el gusto de comer debe compensarse con el gusto de cagar, muy de acuerdo con las prosas de Quevedo: “Más te quiero que a una buena gana de cagar”.
En todo caso —en mi caso—, la mierda es casi siempre dura y marrónea, a veces enroscada con estética como las de barro que venden en los mercados, a veces diluida y atormentada por los picantes nacionales: mierda mía. Y rara vez (sobre todo al viajar) reticente y mal encarada.Sé que con estas diversiones, mis queridos sobrevivientes, estoy aplazando lo más importante.
Llegar a mi cabeza. Contarles cómo era mi cara tras dar a entender que las nalgas son, como es bien sabido, la segunda cara del hombre. ¿O será la primera? Ya indiqué, al peinarme, que tengo una buena mata india de pelo oscuro y más enraizado que un maguey. Me falta indicar que mis ojos oscuros se hunden en las cuencas de un esqueleto facial casi transparente si no fuese por el disfraz moreno de la piel.
(La piel morena esconde mejor los sentimientos que la piel blanca. Por eso cuando se manifiesta es más brutal aunque menos hipócrita.) Resumo: tengo cejas invisibles, boca amable, delgada, casi siempre, y sin razón alguna salvo la de la cortesía, sonriente. Orejas ni grandes ni chicas, apenas adecuadas a mi rostro en extremo flaco, la piel pegada al hueso, las raíces de la cabellera brotando como matorrales nocturnos que crecen sin luz.
Y tengo nariz. No una nariz cualquiera, sino una probóscide grande, por fortuna delgada, pero larga y fina, como un periscopio del alma que se adelanta a la vista para explorar el paisaje y saber si vale la pena desembarcar o permanecer retraído, debajo del mar de la existencia.
El gran sargazo de la muerte anticipada.
El mar que asciende en breves oleadas, obligándome a tragarlo antes de que llegue hasta los orificios de mi gran nariz, sobresaliente entre la playa y la marea del amanecer.
Soy cuerpo. Seré alma.
Narizón. Nariguetas. Narigudo. Narizado. Pinocho. Tapir. Dumbo (a pesar de orejas normales).
El alboroto del patio de la escuela no le daba preferencia a los epítetos que me arrojaba la turba de mocosos idénticos en sus uniformes de camisa blanca y corbata azul siempre mal anudada, como si no usar el último botón del cuello fuera el signo universal de una rebeldía dominada al cabo por la doble disciplina del maestro y la religión. Suéter azul, pantalón gris.
Sólo en las extremidades lucía esta pandilla escolar su desidia y su brutalidad.
Los zapatos de cuero rasgado por el hábito de patear, patear pelotas en el patio, patear pupitres en la clase, patear árboles en la calle, usar las patas para demostrar que, aunque fuera sin palabras, ellos protestaban, nacían para protestar, estaban inconformes. ¿Debí agradecer que a mí sólo me agredían con palabras, no con golpes?
No lo sé. Era tal la ferocidad burlona de sus rostros que a pesar de mi intención estética de distinguir entre los más feos no a los más bellos —no los había— sino a los menos “feroces”, cuando me agredían yo miraba una sola bestia con una sola cara de dientes pelones y ojos con párpados metálicos, como si protegiesen una caja fuerte de sentimientos inconfesables detrás de una reja penitenciaria, pues yo nunca perdí de vista que estos mismos cabrones que me agredían a propósito de mi gran nariz más tarde rezarían con cabezas inclinadas y cantarían el himno nacional con barbillas temblando de orgullo.
En la escuela “Jalisco”, así llamada desde que el liberalismo revolucionario prohibió la enseñanza religiosa y el conservadurismo revolucionario se hizo de la vista gorda y la permitió, pero sólo si las escuelas no proclamaban la fe sino el patriotismo histórico o geográfico: Colón, Bolívar, Patria, México se convertían en seudónimo de escuelas jesuitas, maristas, lasallistas y, en el caso del instituto al que me enviaron, de los Presbíteros Católicos, y por eso, entre nosotros, era conocida la escuela como El Presbiterio y no como Jalisco.
Era una manera de burlar la hipocresía compartida del gobierno y del clero. “Jalisco” por fuera. “Presbiterio” por dentro.

viernes, 10 de octubre de 2008

El mundo habla así de Jean-Marie Le Clézio:

- Carlos Fuentes. "Felicito a Jean-Marie Le Clézio por un Premio Nobel particularmente bien dado", declaró ayer a este diario el escritor latinoamericano. "Le Clézio resume la extraordinaria tradición de la literatura francesa, que él representa hoy en su más alto nivel. Por otra parte, él es un enamorado de México, mi país. Sus libros sobre el pasado indígena son una maravilla de percepción histórica y de belleza literaria. Lo conozco, lo aprecio y le felicito".
- Nicolas Sarkozy. "La Academia de Estocolmo ha distinguido a uno de nuestros más grandes escritores y añade el nombre de Jean-Marie Le Clézio a la lista de 13 laureados franceses que le han precedido en la historia de la literatura mundial. Hijo de la isla Mauricio y de Nigeria, adolescente de Niza, nómada de los desiertos americanos y africanos, Jean-Marie Le Clézio es ciudadano del mundo, hijo de todos los continentes y de todas las culturas", explicó ayer el presidente francés.
- Juan Goytisolo. "Es uno de los mejores novelistas franceses actuales. He respetado siempre su figura y su obra. Me alegro mucho de que el Nobel haya recaído en él". El autor de Señas de identidad conoció a Le Clézio en Marraquech. "Su mujer es de origen marroquí y pertenece a la familia de uno de los cabecillas de la guerra de independencia de Marruecos contra el protectorado francés", añadió.
- Gottfried Honnefelder (presidente de la Asociación de Libreros Alemanes). Interpretó el premio como una "invitación" a no olvidar los tesoros de los catálogos de las editoriales por pensar sólo en las novedades.

jueves, 9 de octubre de 2008

Carlos Fuentes recibirá el Premio Don Quijote de la Mancha

Madrid, 9 oct (PL) El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y el escritor mexicano Carlos Fuentes recibirán el próximo lunes en la ciudad española de Toledo el Premio Internacional Don Quijote de la Mancha, se anunció hoy.
El galardón será entregado a ambos por el rey Juan Carlos en una ceremonia programada para el Museo de Santa Cruz de Toledo, a unos 70 kilómetros al sur de esta capital, y a la que asistirá el presidente del gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero.
Lula y Fuentes son las primeras personalidades ganadoras de este premio otorgado por la Junta de Castilla-La Mancha y la Fundación Santillana, en las categorías de mejor labor institucional y destacada trayectoria profesional, respectivamente.
Su concesión al mandatario brasileño y al escritor mexicano fue decidida en julio pasado con la esperanza de convertir el galardón en una referencia importante para quienes hablan español a ambos lados del Atlántico, según el presidente manchego, José María Barreda.
La elección de ambos estuvo a cargo de un jurado que integraron, además de Barreda, el director de la Real Academia Española de la Lengua, Víctor García de la Concha, y el presidente de la Real Fundación Toledo, Gregorio Marañón, entre otras figuras.
El Don Quijote de la Mancha fue creado como reconocimiento institucional a la obra de los candidatos de cualquier nacionalidad que hayan contribuido a la difusión internacional y el conocimiento de la cultura y de la lengua española.
Fuentes ya cuenta con dos importantes lauros de España: los premios Cervantes (1987) y Príncipe de Asturias (1994).

El silencio de las olas

Cuando uno se arremete contra ese universo lleno de partículas, ve su propia alma y se siente dueño a la vez de todo y de nada. Sientes los pies húmedos de la tristeza, y por la piel sólo te abraza firmemente los rayos indiferentes del sol.

Cuando ingresas al suburbio acuático, la melancolía flota, el cuerpo se abstrae, el silencio te habla. Pero sigues siento tú, abres los ojos tanto que logras estirarlos y vez, en la fiel transparencia, tu imagen, ésa que te mira extrañado pero que de inmediato te reconoce y te increpa por hallarla en el lugar menos apropiado. Le quieres hablar, pero tus palabras se consumirían y si lloras, por desahogo, sería en vano pues una gota más al mar, seguro que ni se inmutaría. Sigues inmerso en el sublime hogar, en el silencio de las olas. Sabes que la estadía es corta y decides estar entre el cielo y el mar, sales y un baile tierno te hace optar por ir al terreno servible e inhabitable a la vez; si pudieras abandonar el mundo como es, podríamos dejar los males y sus maldades. Pero no, no podemos, debemos respetar el autoritarismo de la naturaleza y ser lo que somos.
Cuando sales de tu breve hogar y le das la espalda al mar, sólo las olas te despiden y es que saben que regresarás por cualquier estacionaria razón. Lo harás, y una vez más comprenderás porqué las olas guardan tiernamente su silencio. El sabio silencio para verte cada vez.
Harry Cañari-Atoche

Y el Nobel 2008 es para "El explorador de la humanidad" Le Clézio

Jean-Marie Gustave Le Clézio, galardonado hoy con el premio Nobel de Literatura, ha visto reconocida una obra compuesta por medio centenar de obras marcadas por su gusto viajero, por su sensibilidad ecologista y por su amor por la cultura amerindia.
En su literatura, preocupada por rescatar palabras olvidadas del lenguaje cotidiano para darles un nuevo influjo evocador, Le Clézio ha dejado una obra reconocida en su país con los más importantes galardones, como el Renaudot o el premio de la Academia Francesa.
Nacido el 13 de abril de 1940 en la ciudad mediterránea de Niza, al sureste francés, hijo de una madre bretona y de un médico británico afincados en la isla Mauricio, los primeros años de la vida de Le Clézio están marcados por los viajes que hizo junto a su familia.
Cuando su padre fue destinado a Nigeria durante la Segunda Guerra Mundial, Le Clézio escribió en el barco que le llevaba al país africano sus dos primeras obras, "Un long voyage" y "Oradi noir". Tenía sólo siete años. El resto de su vida estuvo también marcada por los viajes, hasta que en 1964 descubrió México, un país que le fascinó y cuya cultura le enamoró.
A principios de los años 70 decide alejarse de las grandes ciudades y pasar largas temporadas en América Central en busca de un retiro espiritual, un periodo que marcó su obra. En los últimos años vive a caballo entre su Niza natal, París y la ciudad mexicana de Alburquerque. Le Clézio desarrolló pronto una intensa labor académica que le llevó por las universidades de Bristol, Londres, Perpiñán, Bangkok, México, Boston, Austin y Alburquerque.
Su consagración literaria le llegó con tan sólo 23 años, cuando recibió el prestigioso premio Renaudot por "Le procès verbal", una obra que definía su literatura existencialista, próxima a Georges Perec y Michel Butor, admirativa de Michel Foucault y Gilles Deleuze.
En sus siguientes libros denuncia los problemas que provoca la vida en las grandes ciudades y pronto comienza a escribir obras de signo ecologista, como "Terra amata" (1967), "Le livre des fuites" (1969), "La guerre"" (1970) y "Les géants" (1973).
En 1980 recibe un nuevo espaldarazo al recibir el premio de la Academia Francesa por "Désert", un evocador relato del contraste entre la grandiosidad de las culturas perdidas del norte de África y la mirada de los inmigrantes indeseados en Europa. La proximidad con el norte de África le viene de su esposa Jemia, de origen marroquí, con la que contrajo matrimonio en 1975.
A partir de ese momento, Le Clézio comienza a centrar su obra en el universo amerindio, una cultura en la que profundiza a partir de la traducción de obras como "Las profecías de Chilam Balam" o "El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido".
La temática de sus obras cambia, se centra en viajes y en mundos desconocidos y comienza a tener un gran éxito de ventas. En 1994 una encuesta le señala como el mejor escritor francés vivo.

martes, 7 de octubre de 2008

El francés Le Clezio, entre los favoritos al Nobel de Literatura 2008

ESTOCOLMO (AFP) — El nombre del novelista francés Jean-Marie Gustave Le Clezio circula con insistencia en los círculos literarios suecos como posible ganador del Premio Nobel de Literatura 2008, que se anunciará el próximo jueves, aunque todo el mundo reconoce que es difícil hacer pronósticos.

"Esta vez, creo que podría ser Le Clezio. Es mi intuición", afirmó María Schottenius, encargada de las páginas culturales del principal diario sueco, Dagens Nyheter. Schottenius también destacó otras posibilidades, como la novelista alemana de origen rumano Herta Müller o el poeta surcoreano Ko Un.

La especialista en literatura de la radio sueca, Kerstin Lundberg, también opina que Le Clezio es un favorito. "Yo creo que hace mucho tiempo que Francia no tuvo el premio y que tiene muchas cualidades que pueden seducir a la Academia sueca", afirmó.

Lundberg señaló que si bien la búsqueda del galardonado es un juego de azar, considera que la novelista argelina de lengua francesa Asia Yebar y el holandés Cees Nooteboom tienen probabilidades. "Nunca se puede saber a quién van a elegir. Cada año intentamos adivinar, y cada vez nos equivocamos", explicó por su parte Eva Gedin, una de las responsables de la editorial sueca Norstedts.

Gedin se niega a hacer previsiones, pero le gustaría que nuevamente fuera una mujer. El año pasado, la novelista británica Doris Lessing recibió este prestigioso premio. "No hay infidencias y el secreto está bien guardado", dijo un responsable de la edición que solicitó el anonimato, pero que coincidió en pensar que Le Clezio es uno de los favoritos.

"Los estatutos del Nobel hablan de recompensar a una obra con ideales, y los libros de Le Clezio están llenos de humanidad. Está a caballo de varias culturas: América Latina, África, Europa. Todo eso gusta mucho a la Academia", explicó. La Academia no publica ninguna lista de los escritores seleccionados y las deliberaciones han sido secretas durante 50 años. Algunos observadores estudian el problema bajo diversos ángulos para tratar de quebrar el misterio, y se interrogan sobre los géneros literarios que han sido ignorados, los continentes o los países.

"Entre periodistas, hace un año o dos se dice que debería ser un poeta, porque hace mucho tiempo que no hubo uno", afirmó Lundberg. Luego citó algunos nombres que vuelven regularmente: Adonis (seudónimo del poeta sirio Alí Ahmad Said), el australiano Les Murray y el norteamericano John Ashbery.

En los últimos años fueron olvidados América del Sur y Africa, de modo que el peruano Mario Vargas Llosa o el mexicano Carlos Fuentes podrían llevarse el galardón. Schottenius no cree que este año gane "un favorito". En esta amplia categoría cuenta a escritores que tienen grandes tirajes en todo el mundo y que son citados regularmente: los estadounidenses Philip Roth y Joyce Carol Oates, el japonés Haruki Murakami y el italiano Antonio Tabucchi.

Otros galardones literarios, como el Príncipe de Asturias o el premio Kafka, pueden ser una señal reveladora, pues algunos laureados recibieron poco después el Nobel. Eso significa que no se pueden descartar al israelí Amos Oz, a la canadiense Margaret Atwood, al checo Arnost Lustig y al poeta francés Yves Bonnefoy.

Al igual que el año pasado, el sitio de apuestas en línea Landbrokes coloca al ensayista italiano Claudio Magris como el principal favorito, a 3 contra 1, superando a Adonis, Amos Oz y Joyce Carol Oates. El monto del premio es de diez millones de coronas suecas (1,02 millones de euros).

Post citado textualemte de http://afp.google.com/article/ALeqM5i16KC4dwMef74OUtGSjHx0hniLeg

sábado, 4 de octubre de 2008

Gabriel García Márquez, protagonista este octubre en Tokio

TOKIO, JAPÓN.- El escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, es el protagonista absoluto este octubre en el Instituto Cervantes de Tokio, donde se celebra el primer congreso sobre su figura con expertos hispanos y japoneses.
Con motivo del centenario de las relaciones entre Japón y Colombia, el Cervantes de Tokio acoge este fin de semana ese simposio con asistencia de estudiosos de la obra y figura de Gabo como Juan Jesús Armas Marcelo, Pedro Sorela, Conrado Zuluaga, Magret de Oliveira o los japoneses Natsuki Ikezawa, Genichiro Takahashi.
Además, se muestran en sus salas, hasta finales de este mes, dos exposiciones dedicadas al escritor colombiano: "Gabo del alma" , sobre su faceta más personal, y "Macondo visto por Leo Matiz" , con obras del fotógrafo colombiano más destacado del siglo XX.
Finalmente, el Cervantes proyecta este fin de semana el documental "Buscando a Gabo" y la película "Eréndira" , basada en una novela de García Márquez - "La increíble y triste historia de la cándida Eréndida y su abuela desalmada" -, y adaptada por él al cine.
El interés que despierta en Japón la figura del Nobel colombiano quedó demostrado por el hecho de que la sala de conferencias del Cervantes estaba hoy abarrotada de japoneses, que escucharon atentamente la charla del escritor español Juan José Armas Marcelo.
Armas Marcelo, que definió a García Márquez como "un verdadero genio literario" , intentó explicar el éxito de "Cien años de soledad" , una novela que "reinventa el género literario por la manera de contar, que es distinta a todas las demás" , apuntó.
No obstante, este escritor y periodista insistió en que la manera de contar "a la europea el cómo del relato" no explica sólo "por qué hay 60 millones de ejemplares vendidos y es uno de los libros más leídos y más estudiados" .
"Un milagro literario ocurre de cuando en vez y cuando menos lo esperamos. La escritura de García Márquez me parece un milagro de los dioses eternos, uno de esos regalos que recibimos y que nos ha traído a Tokio, una de las ciudades más milagrosas para hablar de ello" , concluyó.
Por su parte, la traductora colombiana Magret de Oliveira se refirió a la dificultad de traducir palabras colombianas y japonesas "que no tienen una equivalencia exacta" y recordó que el propio García Márquez reconoce que "algunos traductores se vuelven locos" con su obra.
Para el escritor Pedro Sorela, nacido en Bogotá, es "muy interesante" que haya estudiosos japoneses que no entienden "nada" de la obra de Gabo.
"Me pregunto qué diablos entiende un japonés" , comentó Sorela a Efe, tras declararse un apasionado de la cultura nipona en todos sus aspectos y reconocer que le parece "muy interesante" la diferente mentalidad que aquí encuentra.
"Todo en García Márquez es verdad. En Cien años de soledad siempre hay una verdad" , apuntó el novelista, para quien "sobrellevar" el éxito de ese libro "es terrible, pero (García Márquez) ha demostrado que es un escritor".
A la vez, Pedro Sorela reconoció que la sombra de Gabriel García Márquez en la literatura latinoamericana es enorme y aseveró que "toda generación de escritores tiene que matar a la anterior pero, en este caso, tienen un crimen muy complicado."